Normalmente nuestros huesos no se tocan entre ellos porque en las articulaciones, los extremos de los huesos, están protegidos por un tejido especial, el cartílago.
El cartílago es el material más liso que existe, por eso el cartílago es prácticamente insustituible. Por desgracia, el cartílago también es uno de los pocos tejidos de nuestro cuerpo que no se puede curar. Las células del cartílago llamadas condrocitos viven sin riego sanguíneo. Por eso reciben poco oxígeno y nutrientes y tienen un metabolismo muy bajo. Tras formarse durante los primeros meses de vida, apenas crecen y se desarrollan. Eso significa que, a diferencia de la mayor parte del tejido de nuestro cuerpo, el cartílago casi no puede regenerarse.
Los condrocitos muertos no son reemplazados y debido a la ausencia de vasos sanguíneos, es casi imposible que se forme el tejido cicatrizal. A esto se le llama osteoartritis, la cual puede presentarse en edades avanzadas o después de una lesión traumática en alguna articulación y en los animales jóvenes es el resultado de las enfermedades del desarrollo.
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